Copiar enlace

2022-11-09 18:11:19 By : Mr. David Zhao

“Muy recientemente enviamos un pastel de cumpleaños que cruzó toda la Península y llegó en perfecto estado a su destinatario, listo para ser servido”. El ejemplo utilizado por Pere J. Vandellòs, director gerente en la Subdirección de Logística y Frío de Correos, para ejemplificar el desarrollo tecnológico aplicado a la logística del frío (aquella que implica el transporte de productos refrigerados, congelados o ultracongelados) parece una gesta menor, pero no lo es. El pastel incluía entre sus ingredientes el chocolate, producto de un muy alto grado de sensibilidad térmica, ya que basta una ligera variación de temperatura, al alza o a la baja, para que se derrita u oxide.

Pasteles de cumpleaños, sí, pero también vacunas, frutas o crustáceos. La innovación tecnológica y el frío pasivo (es decir, el basado en embalajes isotérmicos, y no en vehículos con cámaras frigoríficas) han revolucionado en los últimos años el transporte terrestre, aéreo o marítimo de productos perecederos, termosensibles o especialmente delicados. Como precisa Vandellòs: “Cada vez es más amplio el rango de artículos que podemos transportar a larga distancia manteniendo una temperatura constante y con plenas garantías”.

También resulta una hazaña cotidiana que las ostras y navajas que Borja Conejero distribuye desde su planta de almacenaje en Vigo (Pontevedra) lleguen en perfecto estado a lugares tan remotos como Noruega o Lituania. Conejero es el fundador y propietario de Mordeste, una empresa de productos gallegos especializada en mariscos, carnes y pescado fresco que depende en gran medida de la excelencia en el transporte a temperatura controlada. Realizan más de 5.000 envíos anuales y, en el último año, “gracias en gran medida a la innovación tecnológica en el sector”, apenas han registrado incidencias. De hecho, el sistema utilizado por Correos “preserva muy bien la temperatura de los envíos y garantiza un alto grado de trazabilidad y control de las condiciones de entrega de los paquetes”. Para ello, los productos de este empresario pontevedrés se colocan en envases retornables y reutilizables, unas “neveras de nueva generación y que incluyen acumuladores de frío no desechables, de múltiples usos”.

La logística de frío es un sector en auge en nuestro país, tal y como demuestran los datos de la patronal del sector Aldefe (Asociación de Explotaciones Frigoríficas, Logística y Distribución de España). En palabras de Pere Vandellòs, “en los últimos años, se está produciendo un muy reseñable cambio tecnológico que la pandemia ha contribuido a acelerar”. Ese cambio en el sector es tan grande e importante que, por ejemplo, Correos empezó en 2020 a diseñar las líneas maestras de su nuevo servicio de envíos a temperatura controlada, lanzado hace apenas unos meses. Hoy, y según Vandellòs, la apuesta por el frío pasivo es “firme y estratégica”.

En el transporte a temperaturas controladas se utilizan dos tipos de soluciones de transporte: el frío activo y el pasivo. En el primero de los casos, los artículos se transportan en grandes cámaras frigoríficas dotadas de sistemas eléctricos de control de temperatura. En el segundo, los productos viajan en cajas isotérmicas aisladas cuya temperatura se mantiene constante sin necesidad de sistemas externos, ya que hacen uso de acumuladores de frío PCM (geles y placas eutécticas), hielo seco, nieve carbónica y nitrógeno líquido. De esta forma, pueden transportarse en vehículos de carga normal, dado que no necesitan cámaras frigoríficas, pueden viajar juntos productos con rangos de temperatura distintos, cada uno en su caja, y las posibles averías o cortes de suministro eléctrico no afectan a la carga.

El frío pasivo, según apunta Vandellòs, “garantiza un importante ahorro en huella de carbono”. También tiene un impacto positivo en la calidad del servicio, porque “permite hacer uso de equipos inteligentes que controlan en tiempo real la temperatura y humedad de cada una de las cajas”.

La refrigeración móvil es un sector de actividades industriales cuya tradición se remonta a mediados del siglo XIX. Ya por entonces se hacía uso de hielo natural para transportar productos perecederos tanto en barcos como en vehículos terrestres que venían a ser neveras con ruedas. El primer gran núcleo de esta industria incipiente se estableció en el muelle londinense de St. Katharine, sede ya en 1882 de inmensas cámaras frigoríficas en las que se almacenaban productos cárnicos para su posterior distribución por todo el Reino Unido. El concepto “cadena de frío” se acuñó en 1908, y desde entonces se valora la importancia de que los artículos de consumo térmicamente simples viajen a temperaturas controladas y lo más constantes que sea posible. En torno a mediados de la década de 1950, la industria del transporte en frío, sobre todo de alimentos, estaba establecida en todo el mundo, gracias a innovaciones como el hielo seco o los camiones frigoríficos.

Las últimas novedades en el sector tienen que ver con ámbitos de innovación tecnológica como los algoritmos de inteligencia artificial, la inteligencia de datos a gran escala, la cadena de bloques (blockchain) o el internet de las cosas. Gracias a aplicaciones derivadas de estos campos, es posible hacer un seguimiento cualitativo en tiempo real de estas cajas isotérmicas con entre 48 y 100 horas de autonomía, que recorren largas distancias con productos delicados en su interior. Además de un control constante y preciso de la temperatura y la humedad, estos equipos incluyen reporte en tiempo real de incidencias.

En las últimas décadas se ha incrementado sobre todo la demanda de opciones de transporte en frío para productos de la industria farmacéutica, como vacunas o medicamentos oncológicos. Los llamados fármacos termolábiles, es decir, aquellos que corren riesgo de destrucción, descomposición o cambio sustancial como consecuencia del calor, son ahora mismo los principales beneficiarios del uso creciente del frío pasivo.

En España, según datos del grupo proveedor de logística DHL Supply Chain Iberia, alrededor del 85% de los laboratorios farmacéuticos han expresado ya su preferencia por el frío pasivo en el transporte de sus productos termolábiles. La distribución de las vacunas de la COVID-19, iniciada en enero de 2021, hizo también uso extensivo de este sistema en gran parte de las comunidades autónomas españolas. Teresa Pilar Pérez, directora técnica de Logaritme Serveis Logístics (Barcelona), explicaba en unas jornadas sectoriales que se hizo así “por las garantías de control de temperatura que ofrece el frío pasivo y porque el uso de cajas isotérmicas portátiles en la manera más sencilla de llegar a todos los puntos de vacunación”.

En el caso de Correos Frío, sus servicios a la industria farmacéutica suponen alrededor del 20% del volumen total, “el resto son alimentos y, de manera casi residual, productos químicos”, detalla Vandellòs, quien destaca que uno de los principales activos con los que cuenta la compañía es una plantilla en la que más de 30.000 profesionales han recibido ya formación en GDP (Good Distribution Practice), es decir, las nuevas directivas comunitarias que regulan las pautas de distribución de medicamentos para uso humano en el territorio de la Unión Europea. A día de hoy, realizan envíos a cualquier punto de España, Portugal o Andorra, pero no descartan hacer uso de su red de contactos internacionales para ampliar el servicio a medio plazo. El único problema técnico, según explica Vandellòs, “es la recuperación de equipos en envíos a larga distancia”.

Periodista especializado en cultura, ocio y tendencias. Empezó a colaborar con EL PAÍS en 2004. Ha sido director de las revistas Primera Línea, Cinevisión y PC Juegos y jugadores y coordinador de la edición española de PORT Magazine. También es profesor de Historia del cine y análisis fílmico.

O suscríbete para leer sin límites

Suscríbete y lee sin límites